No es tanto lo que dice sino quien lo dice: la revista Neurology, la publicación oficial de la Academia Americana de Neurología, acaba de publicar un estudio que concluye que el licopeno, un pigmento natural que da a las frutas y hortalizas su característico color rojo y que tanto abunda en el invernadero almeriense, puede prevenir hasta un 60% el riesgo de sufrir un ictus.
“Siete comidas a la semana con derivados del tomate o el pimiento rojo serían suficientes para evitar un accidente cerebrovascular”, según esta investigación.
Neurology corrobora lo que se está desde hace mucho tiempo en el acervo popular: que el tomate tiene una serie de sustancias -no solo el licopeno, sino también otras como los carotenos y el tocoferol, que es vitamina E- con un alto poder antioxidante y en consecuencia con una potente capacidad de eliminar los radicales libres que favorecen la aparición de enfermedades crónicas. El estudio de Neurology firmado por un equipo de la Universidad de Finlandia, se basó en los resultados de un seguimiento durante más de 12 años a más de un millar de hombres de 46 a 65 años. Tras ajustar los datos referentes a variables como la edad, presión arterial, consumo de tabaco y colesterol, entre otros, los especialistas comprobaron que los 258 pacientes que tenían altas concentraciones de licopeno tenían un 59% menos de posibilidades de sufrir un infarto cerebral y hasta un 55% menos de tener que enfrentarse a cualquier otro tipo de accidente cerebrovascular, incluido un derrame. ¿Por qué ocurre así? Los científicos no lo saben con exactitud.
Ignoran, de momento, que componentes son los que, unos con otros, convierten este fruto en un auténtico escudo contra tan grave patología. Lo que sí se sabe es que el famoso licopeno es un antioxidante tan «potente» que es diez veces más fuerte que la vitamina E. La fuerza preventiva del licopeno es mayor cuando la toma se realiza en un entorno graso, por ejemplo con el aceite de oliva presente en un gazpacho.